Al ser difícil su diagnóstico, se estima que el 16% de niños y adolescentes entre 12 y 17 años, podrían haber sufrido alguna crisis. Sin tratar, estos ataques pueden ser cada vez más y más frecuentes produciendo un trastorno de pánico.
Cuando el trastorno de pánico no es diagnosticado, y por consiguiente no hay un tratamiento, se pueden producir severas complicaciones que afectarán al desarrollo normal del adolescente:
- Como consecuencia de los ataques de pánico, el niño o adolescente comenzará a sentirse muy ansioso aún cuándo no esté sufriendo un ataque de pánico.
- Verá afectadas sus relaciones sociales, y comenzará a evitar situaciones que él o ella cree que puede producirle un ataque.
- En los casos más graves, se puede desarrollar una agorafobia.
- Puede aparecer una depresión mayor con riesgo de pensamientos suicidas.
- Para reducir la ansiedad y los ataques de pánico, los adolescentes pueden recurrir al alcohol u otras drogas.
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